Había una vez una bellota que quería vivir como los insectos, cuando se dio cuenta de que no podía trabajar, por carecer de manos, se arrojó a sí misma desde lo alto de una montaña. Sus restos alimentaron a los insectos que tanto amaba.
A veces me pregunto si es que todo esto es de verdad o de si todos estamos vivos. Si todos estuviéramos muertos jugando a ser vivos? Por qué el juego no es tan divertido para tantos como debería ser? Recuerdo, entonces, que la finalidad amarga de los juegos no es ser divertidos, si no que los juegos existen para que las personas los ganen y se sientan mejor con ellos mismos, es la sensación de ganar, es lo que más nos gusta.
Los perdedores siempre se ven tan tristes, se ve en ellos la llama muerta de un "la próxima vez" y se alejan rotos y sin remedio.
El juego no muere, sólo se le abandona como a una muñeca que se queda tuerta o es demasiado altanera. El juego se puede recuperar pero no se le redime nunca, nunca, nunca.
Nadie inventa nunca juegos nuevos, todos se han diseñado con el único fin de olvidar el tiempo ganando.
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